Como la luna que sale de repente en las tardes de verano, me pregunto porque éstas tan callada, tan distraída, como si la lluvia te hubiese pedido permiso para rociar tu mejilla, es muy complicado saber que pasaba a tu alrededor por más que quisé interesarme no pude entender.
Esa situación no podía durar mucho tiempo, en realidad no debía, así como el monzón intensa y breve, disfrute el momento, porque nada es eterno, lo último que recuerdo de aquella noche, fue ver contigo ese resplandor en el horizonte, te sumergiste en la ola, te fuiste con ella.
Sin ti, ya no es igual, extraño las mañanas sin leerte, escucharte, al amancer vi un barco amarillo, me alegre, pensé que eras tú, pero era sólo un surfista que se había perdido entre la marea, ya nada es igual, lo único que no cambia son los inviernos frios, y los veranos cálidos, se que te demostré que te quería, aún guardo aquella caja de chocolates que te regale, escribí algunos pensamientos, con la esperanza que no se derrritan.
Creo al final que es un ciclo, como el del agua, volverás a hacer inquieta, más intensa, hoy solo estas en calma. Estaré despíerto caminando en la arena, esperando el tiempo suficiente.
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