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viernes, febrero 11, 2011

Egipto: Una revolucion que derribo varios mitos

EL CAIRO La crisis en Egipto acabó como debía, mostrando el mejor de sus rostros con la victoria popular sobre un régimen despótico. Pero, aunque los riesgos que prevalecen son enormes, es mucho más lo que se ha ganado aquí de lo que parece. Es posible que quienes sostuvieron la estrategia de aferrar al poder al dictador Hosni Mubarak estén en estas horas evaluando el costo de la factura que originaron. Esta caída pudo ser más módica, pero resultó de una enorme movilización popular que unió a estudiantes y trabajadores con la nítida idea de lograr mayor libertad para su pueblo. La batalla que se obligó a librar para acabar con el régimen le agregó un inmenso caudal político al triunfo que, por lo menos, condicionará los pasos que se den de aquí en adelante en Egipto y la región. Habrá que prepararse para un cambio rotundo de los regímenes feudales que reinan en el área .



Las fallas de caracterización que hicieron posible que el jueves Mubarak ocupara la televisión para negar cualquier posibilidad de rendirse, son significativas de la dificultad para comprender la profundidad de este proceso. Y es probable que esos desafíos prevalezcan en la etapa provisoria que se ha abierto. Hoy, Egipto venció una dictadura pero quedó en manos de los militares que tomaron el poder y anularon el cuestionado Congreso.



Eso es técnicamente otra dictadura , aunque conviene ir por partes.



Debe observarse que la pelea que dio Mubarak no fue resultado del capricho de un autócrata sino una estrategia que lo excedía y que venía siendo escrita también en el exterior . Ese es el andamiaje que fue derrotado en esta legendaria lucha y es también el tamaño considerable del nuevo poder que ha quedado sobre la mesa.



Es conocido que las masas, en un proceso de rebelión, se acercan a su objetivo con diversas aproximaciones, sin saber con exactitud qué forma irá adoptando la movilización. Lo que hizo posible vencer a la dictadura fue la incorporación de trabajadores a la protesta, que impulsaron huelgas en todo el país, la última en el Canal de Suez, un paso estratégico para el comercio mundial y central para la economía de Egipto. Cuando los intereses económicos comenzaron a ser fuertemente afectados, se movió el cuadrante.



Los mismos militares que en estas tres semanas apoyaron al gobierno y que a la mañana de ayer le reclamaron a la gente que se vuelva a sus casas, expulsaron al poco rato a Mubarak y ningunearon a su vice presidente Omar Suleiman , un personaje especialmente odiado por la multitud.



Esa doble concesión indica que la fuerza de la movilización regula la autonomía de los uniformados, a cargo de garantizar un proceso electoral que tendrá una extraordinaria vigilancia. Es difícil, aunque no improbable, que exista la idea de traicionar este nuevo poder para manipular el próximo gobierno egipcio. Pero no parece posible, como no lo fue al menos de modo tan directo, en los procesos aperturistas del Este europeo. Sin embargo se debe descartar que Egipto entre ahora en un periodo de calma.



Otro tema clave es la conciencia de la movilización. Las banderas de esta gente fueron y son republicanas . Quizá no es claro incluso para ellos a qué se refieren cuando demandan democracia, porque ese sistema se aprende sólo con la practica, carente por ahora aquí. Pero sí es contundente l a demanda de contrapesos que aborten los abusos autoritarios , garanticen la división de poderes y una justicia independiente. En ese proceso se ha construido aquí uno de los ejemplos más conmovedores de tolerancia que la humanidad ha visto en largo tiempo . Musulmanes y cristianos, creyentes y ateos, izquierdistas y derechistas, de distintas clases sociales han coexistido sin incidentes unidos por el espanto al régimen y el sueño de una calidad de vida superior.



Esta épica es doblemente notable en una región que el imaginario ha descrito siempre como rehén de una violencia crónica que habría condenado por anticipado a sus pueblos.



La rebelión en El Cairo ha fulminado ese paradigma.



Pero es ese ejemplo de unidad y de poder ciudadano el que está en el blanco de quienes han venido proclamando que la democracia no es para todos. Se busca matar así un sueño necesario no solo para esta gente sino para un mundo demasiado encerrado en el tamaño de su propia baldosa. El vicecanciller israelí Silvan Shalom, militante firme de aquella noción, dijo poco antes de la caída de Mubarak que una apertura democrática es inaceptable porque “fortalecería a los elementos radicales”.



Israel, asegura que una mutación republicana en Egipto convertirá al país en una teocracia como la de Irán. Y acabaría con los acuerdos de paz firmados en 1979 entre ambos países y con la estrategia de seguridad común.



El camino elegido por los revolucionarios no parece ser el de una construcción de ese tipo. Más bien hay un rechazo fuerte a ese modelo que asumen como otra forma de dictadura. En la práctica el temor no es a una teocracia, sino a la exhibición exitosa de una fuerza popular que puede cambiar la historia a despecho de la voluntad de sus líderes.



Es por lo menos interesante observar que el partido ultraislámico Hamas, que gobierna en la Franja de Gaza y es tachado como terrorista por EE.UU. Europa e Israel, ha arrestado a jóvenes que marcharon en apoyo a los egipcios .



Pero hay una interesante explicación sobre este comportamiento. En Gaza, que vive una catastrófica crisis social, nació un movimiento de miles de jóvenes que han difundido un “manifiesto para el cambio” en el que proponen modificaciones radicales en la forma que se ejerce el poder para mejorar el ingreso de la gente. Es ese efecto libertario el que el autoritarismos de Hamas quiere abortar antes de que crezca. Como también lo ha hecho la autoridad palestina en Cisjordania. La teocracia iraní, a su vez, que se ha puesto retóricamente del lado de esta rebelión, acaba de prohibir a la oposición que salga a las calles para respaldarla.



El régimen de Teherán sabe que el destino de Mubarak no le pasa muy lejos . Es un dato casi para coleccionistas este de por dónde Hamas, la Autoridad Palestina, Irán e Israel, acabaron por coaligarse.



No son los únicos. Las autocracias feudales de la región, la corona saudita, la jordana y el resto de los potentados del Golfo, socios históricos de EE.UU., le venían demandado a Washington que aliviara la presión sobre Mubarak y que impidiera por todos los medios su caída. Sabían que esto que se ha incubado en Egipto es una revolución y que si caía El Cairo a ellos les puede tocar igual destino. Todos los pueblos de esta región comparten las mismas angustias y puede reaccionar del mismo modo, como se ve en Argelia, Marruecos, Jordania o Yemen. Es un mundo que está terminando. Y que hasta hace pocas horas parecía invulnerable.

 

Copyright Clarín, 2011.



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Agradecimientos

Gracias a todos, deseo que en este año 2013, llega la luz a nuestros corazones y que la armonia y felicidad perdure siempre.